Yo amaba a un hombre sin saber si existía lo veía pasar en mis tardes otoñales sentía su presencia en mis noches de desvelo y de insomnio carnal.
El se acercaba a mi estancia prohibida y me hacía dormir en tiernas caricias con sutiles besos y pasión mortal su dulce mirada penetraba mi recóndito espacio haciendo brotar átomos de ansias febriles que devoraban muy pronto mi energía vital.
El alba me dejaba una profunda tristeza porque aquel sueño tal vez no sería más y entonces me ahogaba enternecida en un llanto incontenible y fatal.
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