Yo amaba a un hombre sin saber si existía lo veía pasar en mis tardes otoñales sentía su presencia en mis noches de desvelo y de insomnio carnal.
El se acercaba a mi estancia prohibida y me hacía dormir en tiernas caricias con sutiles besos y pasión mortal su dulce mirada penetraba mi recóndito espacio haciendo brotar átomos de ansias febriles que devoraban muy pronto mi energía vital.
El alba me dejaba una profunda tristeza porque aquel sueño tal vez no sería más y entonces me ahogaba enternecida en un llanto incontenible y fatal.
Otrora cuando éramos niños – los que ahora somos adultos –recordaremos que nos
enfrascábamos felices en la lectura de hermosas historias fantásticas: cuentos árabes, fábulas de esopo, Iriarte, etc.
Poco a poco nos introducíamos por el túnel de la imaginación, de la curiosidad, con la misma sutileza y desaforada alegría e interés que los niños de hoy, manipulan y descubren el funcionamiento de su juguete electrónico ya control remoto (sobre todo en navidad).
Años anteriores, hubiéramos preferido la lectura de alguna historia fantástica, tal como el niño de hoy prefiere un helado de chocolate, si vale la comparación: ¡Como disfrutábamos de aquellas historias!
Era como ingresar a un mundo diferente, espectacular, pues conocíamos de cercaa nuestros personajes favoritos : Príncipes, reinas , “genios”, sultanes , princesas , ninfas , enanos, magos , esclavos , pitonisas , hechiceros malvados , así como animales de diferentes especies que encarnaban personajes y acciones singulares.
Pasábamos nuestras mejores horas disfrutando dehistorias como Ali Babá y los cuarenta ladrones, Aladino y la lámpara maravillosa,La Bella Durmiente , La Cenicienta ,El zorro y el cuy, El Pastor Mentiroso , entre otras.
Eran nuestras primeras lecturas, muy provechosas por cierto.
De ese modo íbamos desenvolviendo el hilo de Ariadna (mitologíagriega) descubriendo el gusto de lo desconocido y de la aventura.
Al leer nos poníamos en contacto con regiones insospechadas, lugares lejanos, que quizás jamás visitaríamos literalmente hablando, personajes distintos, todos fantasmagóricos.
Pero no sólo eso, al leer también estábamos desarrollando -como decía cierto maestro – nuestra capacidad de asombrarnos, de admirar y gozar de las historias allí narradas.
Aprendíamos así a leer bien, interpretar los mensajes de cada historia y más que todo seria el inicio pues, de transitar por aquel camino ancho y prometedor, por el que seguiríamos en adelante.
Años mas tarde, sin duda alguna – seríamos lectores voraces y sedientos de conocer nuevas historias en los relatos, cuentos y novelas de todos los tiempos.
Lo más interesante de esta reflexión es que leíamos por puro goce y placer. Ello , claro está , después que nuestros padres y profesores nos hacían leer oral y mecánicamente los textos interesados más que todo – decían ellos – en que debíamos aprender a leer correctamente. Nosotros habíamos descubierto algo más interesante.